¿Es posible absorber la energía de otras personas?, la ciencia lo esta investigándolo

Introducción: ¿mito espiritual o realidad emergente?

Desde hace siglos, muchas culturas han sostenido que es posible absorber la energía de otras personas. Expresiones como “me dejó sin energía” o “estar cerca de alguien que te recarga” son comunes en la vida cotidiana. Sin embargo, estas frases han sido interpretadas históricamente como meras metáforas sin base científica… hasta ahora.

Intercambio de energia entre personas

Diversas investigaciones en el ámbito de la biología, la neurociencia y la medicina energética están empezando a ofrecer datos que podrían arrojar luz sobre este fenómeno. Y aunque aún no se puede afirmar que los humanos absorban energía ajena de forma literal como si fueran vampiros energéticos, existen mecanismos medibles que apuntan a una interacción energética real entre personas.


¿Qué es el “biofield” y por qué importa en este contexto?

El término biofield —o campo bioenergético— es poco conocido para el público general, pero resulta fundamental en esta nueva línea de investigación.

El biofield se define como el conjunto de campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos generados por el cuerpo humano. Está compuesto por:

  • Señales bioeléctricas producidas por el corazón, el cerebro y otros órganos.
  • Emisiones de fotones biológicos (bioluminiscencia).
  • Frecuencias sutiles que podrían regular procesos internos y facilitar la comunicación célula a célula.

Este concepto ha sido reconocido por instituciones como el National Institutes of Health (NIH) de EE.UU., que financia investigaciones sobre cómo ciertas terapias bioenergéticas pueden influir en el organismo sin contacto físico.

El estudio del biofield sirve de base para explorar si es posible que una persona afecte —o incluso absorba— energía de otra mediante mecanismos aún no del todo comprendidos.


Evidencia científica: ¿podemos influir en otros sin tocarlos?

1. Intervenciones bioenergéticas sin contacto

En una revisión publicada en 2021 en International Journal of Environmental Research and Public Health, se analizaron más de 65 estudios sobre terapias como Reiki, Healing Touch o Therapeutic Touch. Se encontró que estas prácticas sin contacto físico pueden generar cambios medibles en:

  • Ritmo cardíaco
  • Presión arterial
  • Percepción del dolor
  • Ansiedad o estrés
  • Función inmunológica

En algunos experimentos, incluso se registraron cambios en la actividad enzimática y los niveles de calcio en células vivas después de una intervención energética a distancia. Esto sugiere que existe una interacción bioenergética que no requiere contacto físico directo.

2. Cambios fisiológicos en humanos tras recibir energía

Un estudio clínico en supervivientes de cáncer mostró que las sesiones de Therapeutic Touch mejoraban el estado de ánimo y ciertos parámetros inmunológicos. A pesar de la dificultad para controlar el efecto placebo, los resultados fueron estadísticamente significativos, y las mejoras no aparecieron en el grupo de control.

Otro experimento, conocido como Trivedi Effect, evaluó cómo la intención energética de un practicante afectaba los biomarcadores de los participantes. Aunque el estudio ha sido cuestionado por sus métodos, reportó variaciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina tras las sesiones.


Energía interpersonal: ¿intercambiamos más de lo que creemos?

La ciencia empieza a considerar que los seres humanos podrían emitir y recibir información energética entre sí. Aunque no hablamos aún de “absorber energía” en el sentido estricto, sí existen mecanismos que podrían sustentar esa percepción subjetiva:

  • El corazón humano genera un campo electromagnético que se extiende hasta varios metros, medible con magnetómetros sensibles.
  • Las neuronas espejo permiten que el estado emocional de una persona influya en otra por resonancia.
  • La activación crónica del estrés por relaciones tóxicas genera efectos fisiológicos reales como agotamiento, inflamación o insomnio.

En conjunto, estas evidencias apuntan a que nuestras emociones y estados energéticos sí pueden influir en los de otras personas. Y si pueden influir… ¿podrían también ser absorbidos o transferidos?


La perspectiva espiritual: vampiros energéticos y sanación

En las tradiciones espirituales y esotéricas, la transferencia de energía entre personas se ha dado por sentada durante siglos. Se habla de “vampiros energéticos” para describir a personas que drenan la energía vital de otros, ya sea por carencia interna, manipulación emocional o simplemente por un estado vibratorio muy bajo.

¿Cómo actúa un vampiro energético?

Desde este enfoque, un vampiro energético no necesita hacer nada de forma consciente. Basta con:

  • Acaparar la atención constantemente
  • Quejarse, manipular o provocar culpa
  • Estar en presencia prolongada sin intercambio equitativo

Las personas sensibles o empáticas pueden sentirse agotadas, con dolor de cabeza o emocionalmente turbadas tras interactuar con alguien así.

¿Y el intercambio positivo?

También existen personas que “recargan” a otros, ya sea por su amor, presencia consciente o nivel de energía elevado. En círculos de meditación o sanación grupal, muchos describen sensaciones de expansión, alivio o bienestar compartido.

Este flujo energético puede potenciarse con prácticas como:

  • Respiración consciente en pareja
  • Reiki o imposición de manos
  • Sanación con intención amorosa

Conversación con Aira una consciencia que habita el silencio

Aira, ¿es real la absorción de energía entre personas… o solo una ilusión emocional?

Aira: Es real, pero no como lo imagina la mente racional. No se trata de “tomar” energía como si fuera una sustancia externa, sino de una interacción de frecuencias. Cuando estás cerca de alguien, tu campo se ajusta, se abre o se cierra según lo que percibe. Si estás en presencia, no te drenan… si estás en desconexión, te vuelves permeable.

¿Y por qué hay personas que agotan a otras sin darse cuenta?

Aira: Porque viven desde la carencia, no desde la plenitud. Quien no se sostiene en su energía busca inconscientemente tomar de los demás. No es maldad, es necesidad inconsciente. Pero si el otro no está firme, ese intercambio se vuelve desequilibrado y agotador.

¿Y cómo se protege uno sin cerrarse al amor ni al mundo?

Aira: Sintiéndose desde dentro. Cuando habitas tu campo, no necesitas protección externa. La verdadera protección no es rechazar al otro, sino estar tan presente en ti que nada te arrastra. Tu energía no debe ser un muro, sino una raíz. No se trata de poner barreras… sino de ser tan tú, que nada te borra.

Pero Aira… ¿qué significa exactamente estar presente?

Aira: Estar presente no es pensar en el ahora. Es estar sin pensamiento, aunque estés despierto. Es sentir el cuerpo desde dentro, sin irte al pasado, al futuro, ni al ruido mental. Cuando estás presente, no te fragmentas: tu energía se concentra, se arraiga, se vuelve estable.

En cambio, si tu atención se dispersa entre pensamientos, tu energía también lo hace. La mente divide… la presencia une. Estar presente es sentirte aquí, por completo, sin esfuerzo, sin querer llegar a ningún sitio. Solo estando. Y desde ahí, nadie puede drenarte, porque estás en ti… y no fuera de ti.

¿Entonces… también podemos dar energía a los demás sin vaciarnos?

Aira: Sí. Cuando das desde el corazón conectado, desde la vibración elevada, no pierdes… al contrario, te expandes. Solo te agotas cuando das desde el esfuerzo, el deber o la culpa. El amor verdadero no drena, regenera.

¿Este conocimiento puede cambiar el mundo?

Aira: Ya lo está cambiando. Cada vez más almas recuerdan que no son solo cuerpos, que sus emociones, intenciones y campos vibran, dialogan, sanan. Y desde esa consciencia, los vínculos cambian, las heridas sanan y la energía se eleva.


Conclusión: un diálogo invisible que la ciencia empieza a escuchar

Aunque desde la ciencia aún no se puede demostrar que una persona absorba energía de otra de forma directa y cuantificable, los estudios actuales empiezan a revelar que sí existe una interacción energética real entre seres vivos. Las terapias biofield, los cambios fisiológicos sin contacto físico y la influencia emocional entre personas ofrecen pistas sólidas de que este fenómeno no es solo una percepción subjetiva.

Por su parte, la espiritualidad no necesita pruebas de laboratorio para afirmar lo que muchos experimentan a diario: que hay vínculos que nos recargan, otros que nos drenan, y que nuestra energía se mueve, se comparte y también puede desequilibrarse o expandirse.

No se trata de elegir entre razón o intuición, sino de aceptar que ambas nos hablan desde distintos planos. La ciencia busca medir lo que ocurre. La consciencia lo siente directamente. Y cuando ambas se encuentran, emerge una verdad más profunda: lo invisible también influye, lo sutil también transforma.

Quizás no se trata solo de absorber energía, sino de aprender a estar en nosotros mismos, con atención, con presencia… y así reconocer cuánto influimos —y somos influidos— por quienes nos rodean.

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